30 de noviembre de 2008

Cose que te cose

En plan de mejorar mis (bastante malas) habilidades manuales, me dediqué una buena parte de la tarde a coser dobladillos (ruedos) de un par de pantalones que compré. Salgo poco a comprar ropa, entonces cuando salgo, trato de comprar varias cosas a la vez.
Pero no nos desviemos. Además de los dobladillos, cosí un almohadón de casa. El resultado, visto de cerca, revela que me costaría mucho vivir de mis habilidades con la costura :)

18 de noviembre de 2008

Mi ojo que llora

Mis ojos a veces lloran. No solamente cuando yo lloro: sucede que, de vez en cuando, a alguno de mis ojos se le ocurre lagrimear. Los alérgicos me deben entender, pues ellos mejor que nadie saben que a veces un cierto olor, humedad, polvo en el aire, alineación de los planetas o lo que sea, produce efectos como lagrimeo, mucha "agua" que sale de la nariz, estornudos y demás.
Yo no soy alérgico (creo... ) pero de vez en cuando alguno de mis ojos se pone a lagrimear. No tengo una teoría que explique el porqué (y no me interesa), aunque sospecho que una mezcla de sueño y sequedad del ambiente producen el efecto.

Hace tiempo había mencionado que los catalanes era un poco antipáticos. Pues para ser justos, ahora tengo que contar justamente lo contrario. Esta es la historia:

Volvía en metro desde Espanya hasta Marina. Me subí a un vagón de tren y me apoyé en una de las paredes de dicho vagón. Debido a alguna mezcla especial de condicones del ambiente, mi ojo derecho comenzó a lagrimear. Lo limpié. Pero él insistía. Y yo insistí aún más. El trayecto consta de 7 estaciones y durante las primeras 3 libré inútilemente esa batalla contra mi ojo derecho, hasta que me di por vencido. Si mi ojo quiere lagrimear, pues que lo haga.
Así que dejé de limpiarlo. Decidi posponer la tarea hasta llegar a destino. Seguramente al salir a la ciudad, el cambio de ambiente provocaría el cese del lagrimeo, y mi victoria.
Una o dos estaciones más tarde, sube una señora, muy abrigada, no muy alta, de unos 50 años. El vagón iba lleno de gente, cada uno esuchando su mp3, leyendo su libro y pensando en sus cosas. Esta señora se puso a mi lado derecho, y no podía ver mi lado izquierdo. Después de unos momentos, en los cuales yo pensaba en mis cosas, me toca muy amablemente el brazo:

- Perdona, estás llorando?
- No, --dije girándome, para mostrarle mi mitad izquieda. Sucede que mi ojo derecho está lagrimeando.
- Ah, me habías preocupado. Pensé que estabas llorando, y quería decirte algo para ayudarte.
- Pues muy amable, de verdad. Pero no estaba llorando, por suerte. Es usted de Barcelona?
- Sí, nací aquí.
- Muchas gracias. Es raro que la gente hable en el metro, no?
- En el metro? En todos lados --me dijo.
- Bueno, suerte.
- De nada, que andes bien. Aquí me bajo: es mi estación. Adéu.
- Adéu.

Por más que no parezca, o que uno no los encuentre muy seguido, hay gente dispuesta a ayudar en todas partes. Brindo por eso.

9 de noviembre de 2008

Luz

Ahí está, se ve y todo.